A mitades del mes de junio de este año, al hilo del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el Colegio de Ingenieros de Montes sacó una nota de prensa relativa a la importancia del papel bosques en los procesos desertifiación. Se trata de un problema que afecta ya directamente a más de 250 millones de personas, habiendo otros 1.000 millones habitando en países que están en riesgo.
Recordaba el Colegio de Ingenieros de Montes que "la desertificación es un proceso
de degradación del suelo, normalmente en zonas áridas, consecuencia de la acción
de factores naturales, pero también con frecuencia de la acción humana. Se interpreta
como una disminución irreversible, al menos a escala temporal humana, de los niveles
de productividad de los ecosistemas terrestres, como resultado de la sobreexplotación,
uso y gestión inapropiados de los recursos en medios afectados por la aridez y la
sequía"
De este modo afirmaban argumentos como "Es imprescindible hacer hincapié en la necesidad de la recuperación de la cubierta
vegetal” o “Los bosques bien gestionados
son una de las mejores herramientas con las que cuenta el hombre para luchar contra
la desertificación”.
Según cita el colegio, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA),
el 35% de la superficie de los continentes puede considerarse como áreas desérticas.
En España afecta al 37% del territorio. “La desertificación
implica la reducción o pérdida de productividad biológica o económica de las tierras,
con graves consecuencias económicas para la zona afectada”. Supone además la erosión
del suelo, el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas y la pérdida
de vegetación natural. “En definitiva, supone el empobrecimiento de la naturaleza
y de la economía del país”.
Desierto de Tatacoa |
La desertificación tiene su origen en complejas interacciones de factores físicos,
biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos, por lo que el Colegio de
Ingenieros de Montes insiste en que no se puede luchar contra la desertificación
desde un sólo sector o ámbito, sino que deben armonizarse las acciones desde distintos sectores
implicando a todos los actores.
La determinación de las áreas con riesgo de desertificación
tiene como objetivo definir los espacios tanto físicos como socioeconómicos sobre
los que debe desarrollarse la política de lucha contra la desertificación en España. El primer paso es que “la sociedad de nuestro país conozca
este problema que nos afecta de cerca”.
Entre las
claves que pueden evitar la desertificación de un territorio se encuentran las tareas
de recuperación de la cubierta vegetal y el aprovechamiento sostenible del suelo,
del agua y de los recursos naturales del territorio afectado, considerando las necesidades
de las poblaciones locales y proporcionando alternativas sostenibles al mal uso
de la tierra.
En el territorio español de clima mediterráneo el proceso de desertificación se
produce como consecuencia de la existencia de varios factores y actividades: condiciones
climáticas semiáridas que afectan a grandes zonas, sequías estacionales, extrema
variabilidad de las lluvias y lluvias súbitas de gran intensidad. “En estas condiciones
los suelos suelen ser pobres con marcada tendencia a la erosión. Si se le añade
un relieve abrupto, con laderas escarpadas en ausencia de cubierta forestal a causa
de una agricultura marginal, incendios forestales, sobrepastoreo y recogida histórica
de matorral para leña, el resultado es un proceso irreversible, al menos en un período
de cientos de años, de pérdida de suelo fértil”. La sobreexplotación
de acuíferos y el mal uso del agua disponible agravan el fenómeno y da origen a
los extensos territorios en los que se desarrolla la desertificación en España.
El avance de los desiertos, dificultando cada vez más las condiciones de vida en
las zonas áridas, conduce a las poblaciones a la emigración. Los agricultores no
obtienen cosechas y no alcanzan a cubrir sus necesidades, buscando un medio de vida
en otras latitudes. "La lucha contra
la desertificación supone llevar a cabo actividades que ayuden a frenar el proceso
e incluso a recuperar las tierras mediante la prevención o la reducción de su degradación,
la rehabilitación de tierras parcialmente degradadas, y la recuperación de tierras
desertificadas".
Concluyen diciendo que "El calentamiento global en estas áreas del planeta va a incrementar el riesgo de
empobrecimiento de las poblaciones y su éxodo hacia territorios más atractivos,
por lo que el uso de las herramientas de las que disponemos para luchar contra este
mal global y las políticas de actuación a nivel mundial deber ponerse en marcha
cuanto antes"